Del caos limeño a los Andes: cómo las Lacoste Zapatillas sobrevivieron a mi vida (casi)

Hace tres meses, en un ataque de inspiración post-café, decidí que mi look de “oficinista desaliñado” necesitaba un upgrade. Ahí entró Lacoste Peru en mi vida, o más bien, sus Lacoste Zapatillas que encontré en su web. Lo que empezó como un capricho para impresionar al crush del tercer piso terminó siendo un experimento de supervivencia urbana.

Primera confesión: soy ese tipo que piensa que “accesorios” son solo los adornos del árbol de Navidad. Pero cuando las zapatillas blancas con el cocodrilo verde llegaron, entendí por qué los italianos dicen la bella figura. El detalle de la suela con microsurcos no es para agarre, ¡es para que tus pasos hagan arte abstracto en el polvo de Lima! Las usé en una caminata desde Barranco hasta Miraflores, y juraría que mis pies estaban tan felices como un turista comiendo ceviche en verano.

Pero el verdadero test fue en mi viaje a Cusco. Entre subir al Machu Picchu (3000 escalones que deberían contar como terapia ocupacional) y bailar marinera en una fiesta local, las Lacoste Zapatillas demostraron ser más versátiles que mi tía Rosa cantando karaoke. El secreto está en ese forro de espuma con memoria que siente como abrazo de alpaca recién esquilada. Eso sí, aprendí por las malas que el modelo “CloudWalk” no es amigo del barro andino — ahora tengo un cocodrilo verde camuflado en café terroso.

En cuanto a accesorios, el cinturón reversible de Lacoste Peru se ha convertido en mi cómplice de doble vida. Lado negro para reuniones donde pretendo ser adulto responsable, lado blanco para cuando voy al estadio a gritar como poseso. Aunque debo admitir que la hebilla con logo es tan llamativa que una vez un niño en el supermercado preguntó si era “el cinturón de Batman”.

Ahora, hablemos de lo que no brilla. ¡Oh, glorioso sombrero Lacoste Peru de paja! Te amo por protegerme del sol inclemente, pero ¿por qué tienes que hacer que mi cabeza parezca un huevo frito en una sartén gigante? Necesitamos más opciones de ala corta para los mortales de cráneo grande. Y aunque las medias deportivas absorben el sudor mejor que esponja de carwash, sus diseños son tan discretos que hasta mi abuelo las encontraría “poco atrevidas”.

El punto ciego definitivo: la colección de bolsos. Compré el modelo “Urban Trotter” para mi laptop, sin saber que su compartimento secreto es tan secreto que hasta yo olvido cómo abrirlo. Terminé usando la cremallera como candado anti-amnesia. Y ojo, Lacoste Peru, si ponen un estampado de cocodrilos en la mochila, al menos que los ojos brillen en la oscuridad para usarla de linterna durante los apagones limeños.

Recientemente probé las sandalias Lacoste Zapatillas en una playa de Máncora. El resultado: pies felices, pero con un bronceado que dejó marcas de tiras tan precisas que parecía circuito impreso. Amo el soporte arqueado, pero ¿podrían añadir una versión con tiras ajustables para quienes tenemos dedos que bailan salsa solos?

A modo de conclusión épica: si tus accesorios sobreviven al tráfico de la Javier Prado, al polvo de los Andes y al sudor de un viernes de paynes, están listos para el matrimonio. Aunque Lacoste Peru, si leen esto, por favor hagan un descuento a cambio de mi testimonio. O al menos envíenme un par de calcetines con cocodrilos bailando marinera. ¡Mi dignidad peruana lo exige!

PD: Para el que dude de comprar online, en la web de Lacoste Peru tienen una guía de tallas que hasta funciona para comparar con los “tallas únicas” de los mercados de Pisac. Y si no, siempre pueden usar el viejo truco: pedir dos números y devolver uno.

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