Lacoste Colombia—La Historia de un Renacimiento en las Calles de Bogotá

Lacoste Colombia—La Historia de un Renacimiento en las Calles de Bogotá

En un mundo saturado de marcas, Lacoste Colombia no solo se destaca por su icónico crocodilo, sino por su capacidad para transformar un símbolo deportivo en una narrativa cultural que trasciende fronteras. ¿Cómo una marca francesa logra resonar en las calles de Bogotá, una ciudad donde la identidad local y la modernidad se entrelazan? La respuesta está en la fusión entre tradición y innovación, un camino que Lacoste Bogotá ha recorrido con maestría.


Orígenes: De la pista de tenis a la capital colombiana

Todo comenzó en 1927, cuando René Lacoste, un tenista francés frustrado por la ropa incómoda de su deporte, decidió diseñar una camiseta de algodón piqué que permitiera libertad de movimiento. Ese gesto revolucionario no solo cambió el tenis, sino que sentó las bases de una marca que, décadas después, llegaría a Colombia con la misma filosofía: “Hacer lo cotidiano excepcional”.
Pero ¿cómo llegó Lacoste Colombia a Bogotá? La respuesta está en la globalización cultural. A fines de la década de 1990, la marca identificó en América Latina un mercado hambriento de diseños que combinaran elegancia y funcionalidad. Bogotá, con su clima variable y su público urbano en constante movimiento, se convirtió en el escenario ideal para adaptar la esencia de Lacoste a un contexto local.


Bogotá: La ciudad que rediseñó el ADN de Lacoste

Lacoste Bogotá no es una franquicia más. Es un laboratorio donde la marca explora cómo reinterpretar sus clásicos sin perder su esencia. ¿Qué hace único este capítulo de la historia de Lacoste? La respuesta está en tres pilares:

  • La adaptación climática: Las chaquetas impermeables y los abrigos ligeros se han convertido en iconos en una ciudad donde la bruma y el frío son constantes.
  • El diálogo con el arte local: Colaboraciones con artistas colombianos, como la serie “Croco en la Sabana” (2021), fusionan el crocodilo de Lacoste con motivos precolombinos, creando piezas que narran historias visuales.
  • La sostenibilidad como motor: En Bogotá, Lacoste inauguró en 2020 su primera tienda con certificación LEED, usando materiales reciclados y energía solar. Un giro que refleja la conciencia ecológica de una generación.

Más que ropa: Una identidad en construcción

¿Qué hace que Lacoste Colombia sea más que una marca de moda? Su capacidad para convertirse en un reflejo de las aspiraciones de sus clientes. En Bogotá, donde la informalidad laboral y la formalidad social coexisten, las prendas de Lacoste se han posicionado como un puente entre lo casual y lo profesional. Un traje de piqué, por ejemplo, no solo es cómodo: es un símbolo de “seriedad sin rigidez”, un valor que resuena en una ciudad donde el tiempo es un lujo escaso.

Además, la marca ha sabido aprovechar la diversidad cultural de Colombia. En Bogotá, eventos como “Lacoste & Café” (una serie de charlas en colaboración con cafés boutique) han transformado sus tiendas en espacios de intercambio cultural, alejándose de la venta tradicional. “No vendemos prendas; vendemos experiencias”, aseguró María Fernanda Gómez, directora de comunicación de Lacoste Colombia, en una entrevista reciente.


El futuro: Entre el legado y la innovación

¿Dónde se dirige Lacoste Bogotá? La respuesta está en su apuesta por la tecnología. En 2023, la marca lanzó una colección con telas inteligentes que regulan la temperatura corporal, una solución práctica para los contrastes térmicos de la ciudad. Pero también mira hacia atrás: una edición limitada con diseños inspirados en la arquitectura colonial de Bogotá (como la Catedral Primada) ha generado una conexión emocional con los bogotanos.

Sin embargo, el mayor desafío de Lacoste Colombia no es la innovación, sino mantener el equilibrio entre tradición y modernidad. Como lo expresó René Lacoste en 1933: “El verdadero lujo no se ve; se siente”. En Bogotá, este sentimiento se materializa en cada prenda: en el tacto de una camisa, en el diseño de una tienda, o en la sonrisa de un cliente que reconoce en el crocodilo no solo un símbolo, sino una promesa.


Lacoste Colombia no ha conquistado Bogotá; ha encontrado en ella un aliado para reinventarse. Y mientras la ciudad sigue creciendo, la marca sigue escribiendo su historia, un hilo tras otro.

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